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viernes 28 de junio de 2024
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POSTALES DE PROVINCIA

Club Hotel Ventana: el Titanic de las sierras

martes 25 de junio de 2024

A principios del siglo XX, la empresa británica Ferrocarriles del Sur ya había extendido sus vías por gran parte del territorio bonaerense. Lo que hoy conocemos como la Comarca de Sierra de la Ventana comienza a hacerse conocida por sus bellezas naturales y las bondades de su clima. Es allí donde la empresa decide emprender un ambicioso proyecto: construir un hotel que respondiera a los refinados gustos de la aristocracia nacional e interesara a los potenciales turistas europeos.

Así nace en 1904 la historia del Club Hotel Ventana, que se convirtió inmediatamente en el mejor establecimiento de la década en Sudamérica y el primero en contar con un casino, con el lujo y la opulencia típica de la Belle Epoque.

Javier Gómez, responsable del emprendimiento turístico “Tierra Ventana” conoce como pocos la historia del lugar y cuenta el asombro que produce encontrar los restos de aquel edificio hoy convertido en ruinas. “Lamentablemente, queda muy poco, solo ladrillos y paisaje. Cuando llevamos a la gente a hacer las excursiones y ven esa majestuosidad, quedan con la boca abierta de solo imaginar como era ese hotel fantástico para gente pudiente, para turistas europeos que pasaban allí sus vacaciones de tres o cuatro meses. Lamentablemente, su historia terminó en la década del 80, cuando hubo un incendio que lo consumió casi en su totalidad. De ese gigante, de ese coloso, de ese “Titanic” de las sierras, solo quedaron paredes que fueron testigos de esos años de gloria, que fueron en realidad muy pocos, 8 para construirlo y 6 funcionando.”

No es casualidad apodarlo con el nombre del tristemente famoso buque, ya que el lujo de las instalaciones y lo adelantado de sus servicios lo convertían en competencia directa.

Era la época de los transatlánticos, 1909, 1910, ya por ese momento la compañía RMS tenía el Olimpic, el Atlante y el Titanic. Eran buques que iban por ejemplo, el Titanic a Nueva York, el Atlante a Río de Janeiro y el Olimpic que iba a Buenos Aires, entonces se vendían los paquetes de viajes de Thomas Cook que era una de las primeras agencias de turismo a nivel mundial que tenía unas cuatro mil oficinas en el mundo. Y para ese tipo de turismo, el Club Hotel ventana competía de igual a igual. En 1911 se inaugura, pero no lo ocupó nadie hasta mediados de enero de 1912 porque a principios de diciembre hubo una huelga ferroviaria por mejores cuestiones laborales, entonces no llegaba el tren" comentó.

Asimismo, detalla "El día de la inauguración vinieron muchas personalidades que solo estuvieron para ese día, vinieron y se fueron, integrantes de familias patricias que hoy son el nombre de varias calles de la Recoleta. En 1914 se llega a colocar la trochita, los pasajeros viajaban desde Plaza Constitución a Sierra de la Ventana (por entonces se llamaba Sauce Grande) y desde allí en ese pequeño tren de trocha angosta dieciocho kilómetros hasta el Club Hotel. Las máquinas se llamaban Ebón, y eran inglesas, había siete unidades a nivel mundial, dos estaban acá, eran a vapor y era un viajecito de cuarenta minutos a través de la sierra. Había gente que venía de Europa en barco en un viaje de 35 días, llegaban a Florida y Lavalle en Buenos Aires donde había una oficina de Ferrocarril del Sur y ahí los alojaban en el Hotel Plaza que también le hizo Torquins y que era propiedad de ellos, y en ese lugar hacían una noche y de ahí se embarcaban en tren de Constitución hacia la Sierra de la Ventana y después el trasbordo a la trochita para llegar al lugar.”

Javier describe cada uno de los detalles que hablan de un complejo evidentemente de avanzada para su época. “El edificio fue diseñado por dos arquitectos franceses y la obra fue realizada por un constructor italiano, por lo que el resultado fue una mezcla de estilos. Este era un hotel que tenía más de 6.400 metros cuadrados en dos plantas, tenía un sótano que era enorme, más de ciento treinta habitaciones, tenía tecnología que para la época era un lujo, como por ejemplo ventiladores de techo a kerosén en 1910, que es como hablar del aire acondicionado en la década del cincuenta, tenía cámaras frigoríficas".

Por otra parte, aclaró "Edison participó de la construcción en cuanto a proveer más de dos mil lámparas incandescentes que recién las había fabricado, había una tecnología realmente de punta que recién se estaba viendo en Europa, Lumiere había hecho tres máquinas de películas, tres cinematógrafos, y uno estaba acá. Ni hablar de todo lo que era vajilla, era de Limoge, Francia, la más famosa del mundo y que se hacía con vetas de oro. El cristal era búlgaro, había caminos de alfombra de cien metros, ciento cincuenta metros, eran todas de Persia. Carrara era un nombre muy común de ver en los pisos, porque el mármol era pulido, tallado por Gandini, que era un experto colocador de esta piedra en muchos de los lugares del hotel. Además, funcionaba como club porque tenía cancha de tenis, cancha de polo, cancha de fútbol, la pileta de natación con un recurso natural de las rocas que hay en el lugar, con una cascada que tenía un sistema de recuperación de agua de lluvia que albergaba muchísimos litros como los grandes alcantarillados de Francia para captar el agua de lluvia y mandar a la sierra. El sistema de comunicaciones era de avanzada, tenían telégrafo directo de ahí a Europa.”

La Guerra Mundial estallada en 1914 tiene consecuencias fatales para el complejo, no por causas directas, sino porque decretó el fin de su principal atractivo. “El 80 por ciento de la actividad del hotel eran para el género masculino y una de ellas era el casino y el bar. El casino tenía un juego que llamaba bacarat que después se quedó en Argentina y hoy se llama buraco y había un bar que estaba vinculado directamente con la sala de juego en la planta alta. Al comenzar la guerra, los turistas extranjeros ya no vienen, solo público de Buenos Aires, la región o algún país limítrofe, siempre atraídos por el casino. En 1916 Hipólito Irigoyen asume la presidencia y poco después algunas familias le llevan cartas desesperadas contándole que muchos de los familiares se habían suicidado por todo este tema del juego de azar, algo que era muy común en esa época. Entonces el presidente promueve una ley que prohíbe los juegos de azar en Argentina, eso fue en 1917. A partir de allí dejó de funcionar el casino y ese fue el deterioro mayor financiero del hotel, o sea, ya ahí no venía la gente y así laburó a pérdida hasta 1920 que se decide la liquidación. Se cierra el hotel y lo mantienen en custodia los mismos administradores del ferrocarril hasta 1930 en que lo compra la provincia y empieza otra historia.”

Una década después, nuevamente una guerra mundial, en este caso la segunda, vuelve a modificar la historia. “En el 43 el hotel ya estaba en manos de la Provincia de Buenos Aires y había un gobierno que era neutral con la causa de la Segunda Guerra Mundial. Se da por entonces la única batalla naval que hubo y tuvo lugar en el Río de la Plata, tres buques ingleses contra el Graff Spee alemán. El gobierno de Juan Domingo Perón les da asilo a los sobrevivientes, unos 600 soldados nazis. Primero estuvieron en la isla Martín García, luego en el Hotel de los Inmigrantes y más tarde, se dispersaron por distintos lugares del país y unos 330 de ellos llegaron a la comarca para vivir en el hotel, por entonces desocupado. Y así estos marinos estuvieron acá, como asilados de guerra. ¿Por qué? Porque éramos neutrales. Después nosotros pasamos a formar parte de los aliados y ahí es cuando son considerados prisioneros de guerra y se decide retirarlos del hotel y repatriarlos a Alemania, pasando diferencias que algunos habían enamorado de alguna porteña y se quedaron por acá.  Mientras vivieron en el hotel, el Ejército le había puesto a conscriptos para que los vigilen pero en realidad convivían con ellos, compartían su música, charlaban, mantuvieron una buena relación, nadie se quería escapar, y pusieron en funcionamiento toda esa maquinaria del hotel, ese Titanic de la sierra, para de vuelta darle vida, la segunda vida. Cuando se fueron dejaron la llave intacta, como si el hotel estuviera recién inaugurado.”

Tras la partida de los alemanes, volvieron al lugar el abandono y el olvido. Hubo varios proyectos de rescate y emprendimientos con fines educativos, turísticos, etc. Pero ninguno prosperó y en la madrugada del 8 de julio de 1983 un voraz incendio terminaría con lo que quedaba.

“La causa es un gran interrogante, se prendió fuego dos lugares del hotel, en la torre mirador y en un lugar de casino donde supuestamente fue una chispa lo que originó el incendio, era una fría madrugada de julio, se prendió fuego y quedó totalmente devastado. El que podía se llevaba algo porque ya no había casi nada. La provincia lo había dado en concesión a una empresa, Frigorífico Guaraní, que estaba en Coronel Suárez y también en Bahía Blanca, ellos eran los que tenían el poder de la administración en esa época. En esa época, en Villa Ventana solo había unos 500 habitantes. Hubo sospechas de que fuera un hecho intencional para cobrar un seguro, aunque nunca se terminó de comprobar.”

Como si hubieran estado signados por el mismo destino, el Titanic y el Club Hotel Ventana pasaron del lujo y la opulencia a la tragedia. Hoy, las ruinas de aquel gigante se pueden conocer de la mano de Javier Gómez e imaginar en medio del paisaje serrano lo que podría haberse convertido en una atracción mundial.

 

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