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jueves 04 de julio de 2024
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Por Luis Distefano

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jueves 13 de junio de 2024

La discusión en torno a la reforma al régimen académico de las secundarias de la Provincia de Buenos Aires se ha reducido a “repitencia si” o “repitencia no”

Quienes transitamos por las aulas de las escuelas bonaerenses tenemos claro que esta discusión es posible en un contexto distinto al actual. Las prioridades del gobierno provincial en relación a sus escuelas deberían ser otras: infraestructura, mantenimiento, equipamiento, ausentismo docente y de estudiantes, disciplina y violencia, aprendizajes de calidad, reforma del formato laboral docente, etc.

La normativa vigente hasta este año es la Resolución 587/11 que establece. Entre otras cuestiones, que “los estudiantes de secundaria pueden tener hasta 20 inasistencias institucionales por año (con justificación se pueden habilitar algunas faltas más) pero si exceden ese límite, deberán “rendir” las asignaturas en diciembre/febrero, sin dejar de asistir.

A su vez, define que “durante el año habrá 3 trimestres con calificación numérica y una nota final promedio de éstos», añadiendo que “los alumnos que obtengan promedio final menor a 7, deberán acreditar los conocimientos ante Comisiones Evaluadoras, compuestas por dos profesores, en diciembre o febrero/marzo”.

En tanto, “el estudiante que adeude más de dos asignaturas luego de ésta última instancia recursará el año. Excepcionalmente, se habilitará una Comisión Evaluadora Adicional en marzo conocida como “mesa de la 3° materia” entendida como una chance más para los que tienen pendientes hasta 3 asignaturas y así evitar repetir”.

En pandemia y postpandemia, se suspendió la aplicación de esta norma y luego se modificó parcialmente por otras resoluciones y comunicaciones que reemplazaron, entre algunas cuestiones, los trimestres por cuatrimestres, a la vez que eliminaron las calificaciones numéricas por escalas valorativas y las comisiones evaluadoras de diciembre y febrero, creando las instancias de “intensificación de aprendizajes”, entre otras creaciones, que bajaron estrepitosamente la calidad de los aprendizajes.

Asimismo, las inasistencias y “llegadas tarde” dejaron de tener, en la práctica, efecto real.

La “intensificación” conocida por los directivos y profesores de estos tiempos, supone, por ejemplo, que durante dos semanas, el docente de una materia como Física asista dos veces y en ese lapso enseñe los contenidos del año, explique los temas, y también evalúe. Demasiado.

Con suerte, tendrá algunos estudiantes que solo tengan algunas dudas o cuestiones pendientes, pero la gran mayoría estará compuesta por aquellos que nada hicieron durante todo el ciclo lectivo o se ausentaron constantemente.

Frente a las presiones de inspectores, directivos o padres, la “intensificación” se transformó en un trabajo práctico integrador, un módulo a enviar por mail, o alguna actividad integradora.  El estudiante aprobará y continuará feliz en una escuela que no exige y que le garantizará su “derecho a transitar la trayectoria de la secundaria” sin mayores inconvenientes y así gozar de su “derecho a la terminalidad al finalizar 6° año”, como les gusta decir a los superiores.

Para ello, no importan los contenidos académicos, sino que obtengan su título.

En la secundaria de hoy, da lo mismo el estudiante que asiste, que respeta, que estudia, y que se esfuerza, que el que no hace nada de eso.  Con la reforma al régimen académico, resuelta recientemente por el Gobierno de Axel Kicillof, sin lugar a duda esto se acrecentará.

En las aulas abundan las situaciones de violencia y falta de respeto, el ausentismo extremo, el ingreso constante de alumnos a cualquier hora, el uso de celulares sin autorización o las apuestas en línea, esto último un problema gravísimo que tiende a crecer año a año.

Un profesor que va de una escuela a otra, que no puede compartir una charla con un directivo o colega porque corre con los tiempos, que se enfrenta a un grupo de alumnos donde algunos prestan atención, pero mayoría no lo hace. Frente a un insulto o amenaza, solo puede bajar la cabeza y continuar, ya que no existen las amonestaciones o la suspensión porque ahora “los alumnos tienen derecho a la educación presencial”.

Todo en un contexto de un diseño curricular obsoleto que no prepara para el futuro próximo y un régimen disciplinario basado en la “reflexión – reparación” (reemplaza las sanciones punitivas) que no forma para el ejercicio de la ciudadanía responsable y la convivencia sin violencia. 

Programas de “acompañamiento a las trayectorias” con docentes designados por un período específico, que terminan aprobando sin exigencia y sin respetar la labor del profesor que estuvo frente al curso. Inspectores que reciben padres que se quejan y que luego presionan a los directores para rectificar acciones sin tomar en consideración el trabajo de los equipos escolares.

Con la desaparición de las instancias de examen o comisiones evaluadoras con dos profesores, ¿cómo se enfrentarán a un parcial o final en sus estudios posteriores?; ¿con un trabajo práctico?, ¿con una actividad enviada por mail?, ¿con un módulo?

Llegará un momento en que administrativamente tendremos cientos de alumnos con condiciones totalmente diferentes, sin vincularse con grupos de compañeros y que no soportarán la cantidad de horas que requerirá esta reforma, ya que no podrá aplicarse como en la Universidad, sencillamente porque deberá concretarse durante los 6 años del secundario.

Los que están en la “trinchera” saben que la intensificación es “verso”. Que es un nombre más al facilismo que arrancó con los recuperatorios de recuperatorios.

Que hay que esconder el fracaso que generaron las decisiones de las últimas décadas, pero, sobre todo, las de estos últimos 4 años.

La prioridad debería pasar por repensar la secundaria en su totalidad. Actualizar los diseños, pero en base al mundo con el que se enfrentarán los egresados y no a la carga horaria o incumbencias de los docentes.

Definir obligatoriamente la concentración de horas para terminar con los “profesores taxi” y que los colegas puedan comprometerse con una sola escuela en donde den clases, hagan tutorías, se capaciten y concreten proyectos.

Retomar acuerdos de convivencia que contemplen las adolescencias actuales, pero que impongan límites claros y consecuencias graves en función de los hechos. Una secundaria en un entorno amigable, con exigencia académica, respeto a la convivencia y donde se reconozca el esfuerzo.

Distefano es Director de Profesionales de la Educación Asociados  - Profesor en Universidad FASTA - Ex Secretario de Educación de General Pueyrredon.

@DistefanoLuis