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jueves 25 de abril de 2024

Vivencias en primera persona en un tiempo y lugar de nuestra historia

sábado 29 de enero de 2022
Vivencias en primera persona en un tiempo y lugar de nuestra historia
esma
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El 29 de enero de 1980 un tren del Roca se llenó de muchachos jóvenes de entre 15 y 21 años que intentaron abrazar una carrera como tantas y a la vez como pocas. Pero el Roca no era el único... Lo mismo pasaba con el Estrella del Norte que venía de Salta, de Tucumán, de Jujuy, de Santiago del Estero... Ocurría lo propio con el que venía del litoral, de cuyo y del sur...

[caption id="attachment_366039" align="alignleft" width="319"] Por Pedro Daniel Mazza[/caption]

Diez mil jóvenes almas... Diez mil sueños, diez mil miedos, diez mil incertidumbres... Diez mil destinos convergiendo en una Buenos Aires conocida solo por libros o por lo que otros relataban de la gran capital.

Retiro y Constitución fueron el primer punto de encuentro... Y de ahí a Nuñez... a cuatro cuadras del estadio de River... Me pregunto si diez mil padres como el mío, con el rostro emocionado y un puño cerrado y en alto en gesto de “Fuerza” habrán despedido a sus hijos... me pregunto cuantas madres como la mía ante la pregunta: "se va tu hijo... ¿vos no llorás?" habrán respondido: yo voy a llorar si vuelve... porque bancar una carrera universitaria iba a ser difícil...

El destino era la escuela de formación para aspirantes navales con que contaba la Armada Argentina. Estábamos en Marina... Algunos que se atrevían a hablar preguntaban: ¿qué quiere decir ARA? ...algunos sabíamos que el significado de esa sigla era Armada de la República Argentina... pero la respuesta fue otra... muy distinta... e inquietante: ARA significa Acá Reformamos Atorrantes...

Al poco tiempo de una muy rigurosa selección los 10.000 se transformaron en 6.500 y a los pocos días en 5.000 y así sucesivamente.

Los que quedábamos lamentábamos la ida de los amigos que no aguantaban.... pero nuestro orgullo crecía de una manera inversamente proporcional. En marzo cada uno de esos “atorrantes” tenía asignada una especialidad. Electrónicos, electricistas, mecánicos de avión, maquinistas, oceanógrafos, hidrógrafos, meteorólogos nos estábamos formando como profesionales, como personas y como soldados. Estábamos en la ESMA.

¿Qué era la ESMA? Era una escuela técnica modelo en Sudamérica. Cada curso era como una facultad. Muy cómodo, muy limpio, con gran cantidad de aulas y de gran tamaño.....(todo se percibía taaan grande a los 15 años). Los cursos principales eran Máquinas, Operaciones, Electricidad, Aviación, Armas y Servicios.

Los alumnos internados teníamos de 8 a 10 horas de clase por día de lunes a viernes a lo que se sumaba la parte militar. Los profesores eran universitarios de basta y probada trayectoria en lo más selecto del ámbito académico nacional.

Todo aprendimos ahí... Desde lo académico hasta lo social. Ahí aprendimos a no decir jamás no puedo... Aprendimos que siempre se puede... Siempre hay un resto... ahí aprendimos que no existe el cansancio ni las excusas.... que es la voluntad y no el músculo lo que establece el límite de la resistencia...

En una oportunidad estando cursando el segundo año de tres que tenía mi especialidad, creí que ya no podía más... Era tiempo de exámenes y el entrenamiento militar era cada vez más exigente... Me dije algo tengo que hacer... y enfrenté a uno de los profesores. Justamente a uno de los que más me ha marcado en mi carrera. Le dije: "Señor profesor (así había que dirigirse al profesor) a nosotros nos gusta mucho su materia pero no se olvide que además de alumnos también somos militares, con todas las exigencias físicas y mentales que eso implica, y el tiempo no nos da para estudiar todo lo que usted nos pide para el examen..." Me miró... comenzó a caminar conmigo, me puso una mano en el hombro y me dijo: "Mazza... ¿pero qué hace usted entre las 11 de la noche y las cinco de la mañana? Ahí aprendí que la noche no solo era para dormir. Se podía... SE DEBÍA estudiar... pero en los baños porque en la sala mis compañeros dormían.

El negro Bulacio y el Charqui Bustos (tucumano y riojano, respectivamente) se quedaban conmigo enseñándome matemáticas porque ellos entraron con 18 años y habían llagado con tercer año... yo tenía 15 y no había pisado la secundaria...

Todos los viernes cuando estábamos a punto de salir de franco un suboficial pasaba revista y ponía su zapato al lado del nuestro... si el suyo brillaba más que el nuestro no podíamos salir... todos los viernes otro suboficial nos pasaba por la cara el canto de una hoja de cuaderno... si raspaba no estábamos bien afeitados y también nos quedábamos... todos los viernes alguno de ellos nos decía: "Ojo con que yo vea alguno de mis hombres viajar sentado en el colectivo habiendo un civil parado..."

En la ESMA aprendimos a comportarnos en la mesa... nos ponían una servilleta debajo de cada brazo para mantener los brazos pegados al cuerpo... En la ESMA aprendimos que el respeto por la sociedad civil es algo que se debe respetar a ultranza.

De la ESMA salieron los que combatieron en Malvinas... ahí se formaron los que murieron en el Sobral y en el Belgrano, pero también de la ESMA salieron los que VIVIERON en el Sobral y en el Belgrano porque la disciplina y el orden nos enseñó a sobrevivir... Ahí estábamos los que esperábamos con inocente calma el momento de entrar en combate. Algunos con solo ¡17 años! y qué hombres que nos sentíamos. Pero no solo eso... de las entrañas de la ESMA salieron centenares de miles de profesionales que caminan hoy al lado tuyo por la calle... que trabajan en una escuela técnica, en la industria, en los barcos, en las universidades... en un taxi...

Por todos y cada uno de ellos, por el Cabezón del monte que murió en el Sobral habiendo cumplido recién los 18 años, por el sanjuanino Sarmiento, por el flaco Boyos, por el gordo Corvera que quedaron en el Belgrano... y por tantos otros con los que me formé en las aulas y los patios de esta escuela, y con los que tuve el privilegio y el honor de derramar el más genuino sudor y las más sentidas lágrimas.

Por todo esto digo que a aquellos delincuentes vestidos de uniforme que se los encuentre culpable: se los juzgue, condene y ejecute si la Constitución así lo permite... Pero que a su vez se reivindique el nombre de Escuela de Suboficiales de Mecánica de la Armada... para que cuando vos escuches esa sigla ESMA... sepas que están hablando de una institución que fue cuna de héroes y de Argentinos bien paridos que expresaron y expresan con lealtad y sacrificio supremo el amor más absoluto y desinteresado por nuestra patria.

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