Marcha por la muerte de Maradona: son más los que lo sienten que los que lo gritan

Como una postal de la realidad que rodeó la muerte del ídolo, las marchas en el país distaron de ser lo masivas que soñaban sus creadores. Y es que el ídolo es de las mayorías silenciosas.



Dios sabrá cuales fueron las motivaciones de quienes organizaron en plena pandemia una movilización que parece más vinculada a los intereses económicos de los herederos que a una queja sincera por desatenciones que sugestivamente nadie logró ver cuando Diego Armando Maradona aún estaba vivo.

Pero lo cierto es que la inmensa mayoría de los argentinos, esos que nunca dejarán de agradecer al futbolista por tantos instantes de magia y alegría pero nunca se engancharon en las miserias del mundo personal que lo rodeaba, prefirieron quedarse en su casa y dejar el centro de la escena mediática para quienes siguen intentando apropiarse «del Diego» aún después de su muerte.

Y así desde el Obelisco porteño hasta el último lugar en el que se había convocado a la marcha, la escuálida concurrencia fue demostrando que el amor al ídolo queda desde ahora circunscripto al corazón de sus admiradores y muy lejos de esas exteriorizaciones que convirtieron su propio velorio en un aquelarre inexplicable. Muchos usaron, usan y usarán a Maradona… el pueblo no.

Y Mar del Plata no fue la excepción. La convocatoria lejos estuvo de las fotos multitudinarias que se esperaban y que tampoco pudieron mostrarse en los encuentros realizados en otros lugares del país.

“Vamo`Diego´”, trataban de arengar algunos fanáticos que se dieron cita este miércoles  a la tarde, frente al monumento a San Martín, pero los transeúntes y automovilistas seguían su marcha como si esas muestras de fanatismo nada tuviesen que ver con un sentimiento que todos comparten pero pocos quieren convertir en bandera de lucha.

Mala noticia para fanáticos, especuladores, interesados y vendedores de chucherías que pensaron en hacerse el día con los despojos del héroe de México 86.

La gente ama a Maradona, su recuerdo, sus goles, su inquebrantable entrega a los colores de su país y a todo lo que llegó a ser como deportista.

Y punto… de lo demás que se hagan cargo los que lo empujaron a un final que ningún ser humano merece pero del que quienes estaban esa mañana en el triste escenario no son los únicos culpables.

A buen entendedor…