Los efectos de la ruptura del contrato social

La sociedad argentina viene mostrando hechos y actitudes que manifiestan claramente las huellas dejadas por la ruptura del contrato social a lo largo de las últimas décadas.

[caption id="attachment_336063" align="alignleft" width="212"] Por Daniel Temperoni[/caption]

Conforma un proceso que fue teniendo mayor incidencia en el ritmo colectivo a medida que se socavaron las bases culturales y se promovieron acciones individuales como respuesta a la solución de problemas y conflictos.

La delincuencia ha alcanzado niveles de crueldad inimaginables y apela a cualquier recurso para lograr su cometido, más allá del resultado material que obtenga y de las consecuencias que deban cargar las víctimas.

El desapego evidente con cualquier vínculo afectivo y la embestida contra el concepto de autoridad, sólo demuestran que ya no importa nada más.

Preocupa también el alto índice de siniestralidad vial y la repetición de conductas que dejan en evidencia una clara falta de respeto al orden establecido.

El consumo de alcohol y estupefacientes, además de un grave descontrol de la conciencia personal, ponen detrás del volante a sujetos que salen a la calle con armas cargadas de desidia e intolerancia.

Otra cara no menos importante de esta crisis de valores, se registra en los permanentes cruces entre personas que diariamente dirimen sus diferencias, por pequeñas que sean, con altísimos niveles de violencia y de agresión incontenible.

Nunca antes se vieron tantos ejemplos de conductas negativas que se reiteran una y mil veces en las pantallas de la televisión y en las redes sociales, provenientes de cámaras de seguridad o de celulares que aciertan a captar esos incidentes.

Precisamente, niños y jóvenes terminan acostumbrándose a esa cotidiana normalidad de observar cómo se resuelven los temas entre los adultos que conforman su marco de referencia social.

Sorprende también que un verdadero arsenal, legal o no, se mezcle entre todos nosotros y muchas veces termine siendo su uso irracional la respuesta final.

La denominada clase dirigente tiene por delante la enorme tarea de elaborar planes educativos que lleven a recomponer el tejido social de la Nación.

Cada adulto conlleva también la responsabilidad de educar a los más chicos en el concepto de la empatía al prójimo.

Las sociedades pueden dañarse de muchas maneras y la falta de un contrato social es una de las más preocupantes.

Twitter: @danieltemperoni