2020-08-08

Sebastián Lacunza: "Alberto es un reformista que, hasta ahora, reformó poco"

Por Leonardo Casas

Sebastián Lacunza, corresponsal en Buenos Aires de Redd Intelligence y Reporteros Sin Fronteras y ex director del Buenos Aires Herald, es uno de los analistas más agudos de la realidad y, al mismo tiempo, un rara avis: crítico con las prácticas habituales y corporativas del oficio. Colaborador habitual de medios como Letra P, Anfibia, Washington Post y Página 12, lo consultamos sobre el momento que atraviesa el gobierno, a escasas horas de que se haya acordado una reestructuración de la deuda en moneda extranjera con los bonistas, y también por la marcha de la oposición.

Además, como coautor de Pensar el Periodismo y coautor de Wiki Media Leaks - Medios y gobiernos de América Latina bajo el prisma de WikiLeaks, le preguntamos su opinión sobre la coyuntura que atraviesa la profesión y/o el oficio en el medio de la pandemia y tratando de dilucidar cómo puede discurrir su futuro en los próximos años.

Es inevitable arrancar con lo que fue el entendimiento de la Argentina con los bonistas, ¿lo considerás "el gol extra pandemia" que necesitaba el Gobierno?. ¿Creés que servirá para un relanzamiento de la gestión de Alberto Fernández?

No necesariamente, aunque puede habilitar avances en políticas y medidas que son necesarias. El gobierno de Alberto Fernández nació en medio de una emergencia social con una pared por delante: la deuda inusitada tomada por Macri. Las urgencias sociales y la deuda ocuparon sus primeros tres meses, hasta que llegó la pandemia, un cimbronazo para el plan de vuelo de cualquier gobierno.

Digamos que el manejo de la deuda fue el más consistente y, a la luz del resultado, efectivo, en contraste con un gobierno que comentó mucho, sobre todo en boca del Presidente, pero pudo concretar poco y nada por fuera de las dos grandes emergencias, deuda y pandemia. Entre los logros anotaría la progresiva desactivación de la podredumbre de inteligencia. El tiempo transcurrido no es mucho, pero tampoco es exiguo.

¿Qué análisis hacés de la marcha del Gobierno, en el plano político? ¿Ves estable a la coalición del Frente de Todos?

Parece un gobierno con intenciones reformistas, que hasta ahora reformó poco. Veremos con el transcurso del tiempo. En un país como Argentina, con núcleos tan concentrados sentados sobre negocios, desde el agro y los medios hasta la Justicia federal, un Ejecutivo con intenciones reformistas va a encontrar resistencias. Para vencerlas, se necesita fortaleza política, pericia, buena burocracia, manejo quirúrgico y decisión.

Creo que el tándem de les Fernández ha sido muy lúcido al leer el escenario electoral. Son dos personas con capacidad y experiencia, con calle e infinidad de batallas a cuestas, y percibo que su articulación va a continuar, más allá de obvios chispazos en segundas línea. En cuanto a saber, poder y querer, creo que saben, tengo menos claro que cuenten con una burocracia eficiente y, en el caso de Alberto Fernández, no sé cuánto es que no puede y cuánto es que realmente no quiere.

El ex presidente Mauricio Macri viajó recientemente a Europa y hasta sectores propios lo han cuestionado, aunque sea off the record. ¿Pensás que se mantendrá su liderazgo dentro de Juntos por el Cambio? En espejo a la situación del oficialismo, ¿ves posibilidades de un quiebre entre sectores moderados y más duros?

No muchas. Estimo que Macri tiene un liderazgo sólido, aunque es un tipo con capacidad de lectura política, por lo que no descarto que, llegado el caso, delegue la posición central en otros, sin bajar banderas. Tiene más de veinte años en política, demostró capacidad de construir y acaba de sacar 40% de los votos después de un gobierno muy difícil de defender hasta para los propios, que se ven forzados a reivindicaciones poco serias.

Creo que todo ese bloque opositor, de centro a la derecha dura, tiene claro que, sin unidad, está complicado. Larreta, Vidal, Macri, Bullrich y los radicales lo saben. Quizás Lousteau se podría escapar en la Ciudad.

Siempre creí que Macri, además del líder de su espacio, es el menos moderado del macrismo. Su historia lo dice. Cada vez que habla sin guiones, muestra lógicas propias de los empresarios contratistas: un conservadurismo prejuicioso y autoindulgente. Es mucho más que un contratista, pero también es eso.

Solés aludir siempre a noticias que son importantes, pero quizás no están en la tapa de los diarios. ¿Qué tema o temas te parecen que están subrepresentados en la agenda de los medios?

Por empezar, las condiciones de vida de los pobres y la agenda que beneficiaría a millones de argentinos. Se habla de la pobreza, pero los pobres son ocultados en sus realidades, deseos y pensamientos. Es obvio que fugadores lúmpenes del puerto de Rosario priman en la agenda de los medios por sobre qué políticas reales se podría hacer con una reforma impositiva progresiva.

¿Cómo evaluás la relación actual entre los grandes medios y el gobierno del Frente de Todos?

No parece haber intenciones de parte de Alberto Fernández de, al menos, moderar la preeminencia de los grandes conglomerados, y de Clarín en particular, sino de convivir con ella y administrar tensiones. Hay funcionarios capaces dentro del gobierno, pero sobre el tema diría que prima el "no querer" al que aludía antes.

El gobierno convive con lo que hay y fomenta otras voces a partir de recursos ya conocidos, como la publicidad oficial y el acceso a negocios. Puede compensar, sobre todo después de un ciclo como el de Macri tan cautivo de Clarín y que amenazó tan obscenamente a la prensa crítica y opositora a través de la Side y Comodoro Py, más allá de que ciertos empresarios tuvieran claramente que responder ante la Justicia.

Pero ya vimos que esos paliativos se acaban cuando llega un gobierno de distinto signo. Todo se evapora. Es grave, porque el de los medios y las telecomunicaciones es un mercado muy dinámico, que requiere mucha lucidez y energía a la hora de regularlo. En esto incluyo al manejo de los medios públicos, que por lo visto hasta ahora, tiene luces y sombras, pero lo bueno también quedará sujeto al ciclo político si no se promueven cambios de largo plazo.

A casi cuatro meses desde el inicio de la pandemia, ¿cómo ves el rol de los medios y periodistas en general en su tratamiento de todo lo que significado el coronavirus en la sociedad argentina?

Se produjo una recentralización en los periodistas y los medios con un tema omnipresente. Más allá del estupor que causan algunos abordajes irresponsables, temerarios desde el punto de vista sanitario, no sorprende, porque da cuenta de cómo están los medios. Con periodistas brillantes y laburantes, y con periodistas venales, sensacionalistas e irresponsables. No es ni un nivel de análisis ni una capacidad de relato inferior o superior a la que conocíamos. El objeto de la información, la pandemia, es muy especial, eso sí.

Antes de la pandemia, ya apuntabas a la crisis del modelo de negocios del periodismo, ¿cómo creés que van a salir los medios y sus trabajadores de la particular coyuntura que se atraviesa?

A esto me refería, en parte, en la respuesta anterior sobre los medios. El modelo de negocios está amenazado e, incluso, acabado. Los tiburones, o los que al menos salvan la ropa, lo son por el rédito asociado a tener medios, rara vez por los medios en sí.

Ante Google, Amazon y Facebook, ante los dueños de los caños, se requieren políticas firmes e innovadoras. Pero el derecho a la información plural es un derecho humano, lo sabemos, y además están los puestos laborales en riesgo. No se va a sortear la amenaza, a veces extorsiva, que representan los monopolios con algún llamado a un editor, un convenio de colaboración con Zuckerberg o una pauta para el capitalista amigo. La política es la política y tiene que cumplir su papel, pero la política de Estado, incluso la reformista, requiere capacidad y decisión para garantizar el acceso a la información y la pluralidad de voces. No me parece que sea una cuestión de recursos, si se ven los presupuestos que se malgastan en el área.


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