Detenerse por algunos minutos en cualquier esquina de la ciudad, revela infinidad de situaciones que se dan con el tránsito y donde la realidad supera largamente a la ficción.
¿Hace falta recordar que nos movemos entre más de 450 mil vehículos y más de 120 mil motos?
¿Es necesario insistir en que hay que respetar el Código Provincial de Tránsito y las ordenanzas que emanan del HCD?
¿Aún precisamos que nos estén vigilando con radares móviles y fijos para marcarnos que la máxima en avenidas es de 60 km/h y de 40 en las calles?
¿Tiene que indicarnos una autoridad de tránsito que es obligatorio respetar las velocidades máximas cuando se transita frente a escuelas y hospitales?
¿Frenar en las esquinas ya no figura entre las obligaciones de quienes conducimos?
¿Todavía no se terminó de entender que está prohibido usar el celular mientras se maneja porque anula los sentidos que tienen que estar todos al servicio del manejo del vehículo?
¿Necesitamos que nos sigan recordando diariamente que la doble y triple fila también están prohibidas y que los semáforos fueron colocados para ser respetados a rajatabla?
¿Quienes hasta hoy estacionan frente a las rampas para discapacitados, precisan que los agentes de tránsito les traigan nuevamente a la memoria la prohibición de esa acción conductiva?
¿Hay que revisar todos los días lo que indican las normas de tránsito acerca de las condiciones en que deben ser abordadas las rotondas y encrucijadas complejas?
¿Es imprescindible que haya controles de alcoholemia para hacerles entender a algunos conductores que manejar con alcohol en sangre es poner en peligro la vida de nuestros semejantes?
Las calles y rutas no están en condiciones y mucho hay por hacer en materia de prevención de los siniestros viales, que se llevan la vida de 7200 argentinos por año.
También depende de cada uno de nosotros que esa realidad se vaya transformando hasta que no haga falta hacerse todas las preguntas precedentes.-
@danieltemperoni